miércoles, 19 de junio de 2024

 





Hace apenas dos horas mi hija decidió hacer pública su historia. Es la mejor manera de escupir tanto dolor.¿Qué? ¿Cómo? ¿Ho

la? 

Si pusiera por escrito mi línea temporal de mayo del 2023 a junio del 2024, resulta tan inverosímil que me estoy planteando si estoy o no en un sueño. 


Ya he perdido la noción de tiempo y de identidad. ¿Y no es un poco eso lo que pasa en los sueños? 


En mayo del 2023 me enteré que estaba embarazada. A 2 semanas de la boda más bonita que ha visto valencia -permitidme la exageración-. 


El día después de la boda ya todo empezó a ir mal. Es verdad que antes ya muy bien no iba. Yo ya no podía respirar, tenía voz de patito y me encontraba regular. Pero no estaba mal porque estaba feliz de decir “sí, quiero”. 


Al día siguiente -2 de junio- yo ya no podía casi moverme de las náuseas y de la molestia en la nariz. Pasé mi luna de miel, esa en la que nos íbamos a Nueva York, en mi casa con riesgo de aborto. Una fiesta. 


Pasadas unas semanas decidí ir a la otorrino, la primera consulta y primer hospital (IMED). Allí me dijeron que claramente estábamos ante un caso de rinitis gestacional agravado por un pólipo. -

“Qué mala suerte” me decía la otorrino con la mayor empatía que le cabía en el bolsillo de la bata blanca. Me recetó sprays nasales de esos que cuestan un riñón y no hacen nada. Porque no es dejéis engañar, si estás embarazada no hay NADA para aliviar tu molestia. 


Pasaron semanas y yo seguía trabajando o intentado trabajar. Cada vez respiraba peor. Cada vez hablaba peor. Cada vez me ahogaba más. 


Las presentaciones que siempre han sido mi fuerte pasaron a ser una agonía y pesadilla. Intentaba hablar lo mínimo posible y eso me ponía muy triste. Pensaba que eran las hormonas del embarazo. 


Llegó un punto que dormía 1 o 2 horas diarias, respiraba por la nariz 0 y tenía que trabajar 8h. Era inviable. Jor me rogaba que cogiera la baja pero no quería ser una “débil”. Quería poder con esto. Total es una rinitis. 


Fui al segundo hospital (9 de octubre) tras una noche donde me ahogaba. Literalmente. No me llegaba el aire. Un otorrino de la vieja escuela con nombre de vieja usanza (Onofre) me dijo con muy buen criterio que “era un polipito”. Yo le pregunté si había algo para aliviar esto y me dijo que sí, que él me iba a solucionar el problema durante 1 mes. Yo no podía ni creérmelo y sin pensarlo, dejé que me pinchara un corticoide. Corticoide que me ayudó durante 12h es verdad. Pero dejé de notar a Chloe durante 1 día y medio. 


Tras otro episodio de ahogo a los pocos días, volví al hospital a ver a Onofre y me tuvo esperándole 8h. OCHO. Cuando llegó no me miró a la cara y me dijo que podía pincharme otra vez. Le dije que ese no era trato y puse mi primera reclamación. Pero no me sentía mejor. Me seguía ahogando. 


Llegué a casa y con una barriga del 15, pedí cita a mi médico de familia. Necesitaba la baja. Rosa, mi médico, me la dio antes de lo que se dice “baja”. Me repetía una y otra vez: “la salud es lo primero y tú no la tienes”. - que poco sabíamos por aquel entonces que tenía mucha más razón de la que las dos pensábamos. Esto era octubre. 


Cogí la baja y llegó el 3er trimestre de embarazo. Pensé que ahora sí que iba a poder descansar porque iba a poder dormir cuando la nariz me lo permitiera. Y ahí ya empezó a pasar lo peor. La nariz se empezó a deformar. Se me hinchó el tabique por un lado. Estaba realmente horrenda y molesta. Esa hinchazón se convirtió en hemorragias diarias. Cada día durmiendo, chas. Un río rojo. Hasta el punto que tenía que dormir con toallas en la almohada. Era un caos y una incomodidad horrible. Ahora ya sí que era inviable dormir. Pero lo peor fue cuando me levanté un día de final de noviembre. Nunca me olvidaré. 


Ese día me desperté y noté algo raro en la nariz, me toqué pese a que sabía que me sangraría, y ahí estaba. Una cosa saliendo de la nariz. Una cosa enorme, sangrante y viscosa que se asomaba por la nariz, 1 cm fuera. ¿Os imagináis el susto? Llamé a Jor para que me ayudara a razonar y no morirme de miedo. “Las hormonas te han inflamado el pólipo” eso era. Tenía que ser eso seguro. Después del susto y un café, como “esa cosa” seguía fuera de la nariz, decidí ir al hospital pero me negaba a volver al 9 de octubre, así que fui al que me tocaba por zona, al Peset. 


Bueno, allí me atendió una otorrino que tras 4 HORAS de espera cuando me vio me dijo: “Uy. Yo esto no lo he visto nunca. Voy a llamar a mi supervisora”. Mmm, top. Pues que venga quien quieras, pero que alguien me ayude. 


Llegó la supervisora y cuando me vio su cara ya no me gustó. Me dijo que tenía mala pinta pero que no sería nada. Un pólipo hemorrágico sin duda. No hay medicación. Solo esperar al parto para quitarlo. Hasta luego. “Habla con tu ginecólogo” me decía. Y yo le decía: ¿pero qué me va a dar un ginecólogo para la nariz señora?


No me lo podía creer. Volví a casa resignada. ¿De verdad no hay nada que se pueda hacer si estás embarazada? - pues parece que no. 


Fui a mi ginecólogo. El de toda la vida literalmente. Vaya, que él le hizo la cesárea a mi madre, o sea que de toda la vida. Yo me sentía muy segura con él, y cuando fui me dijo que no podía hacer nada. En todo caso una Eco para ver cómo estaba Chloe. 


Voy a hacerlo corto. Tuve que volver hasta 3 veces al Peset porque “la cosa” no paraba de crecer. Se descolgó por la garganta y no podía comer de las náuseas que me daba notar algo en la parte de atrás de la lengua. ¡Era imposible vivir así! 

Cuando volví y me vio la misma doctora dijo que había que biopsiar. Biopsió y me dijo que a los 10 días me citaba para el resultado. Volví y no estaba el resultado, que volviera a la semana. Y así en bucle. El  resultado finalmente llegó a los 41 días. A final de diciembre. Y fue el que todos ya sabéis. 


Llegué a la consulta sintiéndome muy bien porque “la cosa” a finales de diciembre DESPARECIÓ de la nariz y de la garganta. Ya no la veía, ni notaba. Entré y me senté en la silla de exploración y ella me dijo: “no, no voy a explorarte”. Me quedé atónita, - pero si me encuentro mejor, dije. No me hizo caso. Estaba muy seria. 


Cuando me senté en la otra silla, la de los acompañantes empezó a hablar: “el resultado ha dado positivo en un tipo muy raro de tumor. ¿Entiendes lo que digo? Tienes cáncer - me dijo. 


Y así me lo dijo. 


Yo me empecé a reír recuerdo decirle: “a mí esto no me viene bien ahora”. Salimos de consulta con los siguientes pasos: “a partir de ahora te llevará el hospital La Fe (4º hospital), no hay nada que puedas hacer hasta que te llamen, es Navidad así que intenta estar tranquila por la bebé, habla con tu ginecólogo y buena suerte”. 


Con ese mensaje salimos Milu y yo a la sala de espera donde estaban Vicente y Jor. Cuando me vieron la cara, lo supieron enseguida. 


Las navidades me las salto, porque son para olvidarlas. Pero Noche Vieja, no. Me desperté y tenía llamadas de mi madre. Plural. Muy sobresaltada la llamé y me dijo que se tenían que ir a Galicia porque la abuela estaba malita. Subieron mis padres muy rápido a darnos un beso y se fueron en coche a Galicia. A las pocas horas vino mi hermano a casa y entonces me dijo que mi abuela había fallecido por negligencia médica. No me podía creer nada. Pero no tenía podía lidiar con ningún dolor. Aún estaba asimilando el mensaje de la médico del Peset: “tienes cáncer y estate tranquila que estás a punto de dar a luz”. Y yo como una autómata intentaba hacerlo, congelé todas las emociones e intentaba tirar para adelante porque en 3 días tenía una cesárea en LaFe. Pero tendré que lidiar con esto porque mi abuela era mi mejor amiga y no sé vi ir sin ella aún. 


Llega la cesárea, conocemos a Chloe y es todo un sueño. Ella es un sueño hecho realidad. Empezamos a ser tres en casa y a los 10 días de dar a luz a mí me ingresan 5 días. No sabéis el dolor de la separación de tu bebé. En ese ingreso pasé miedo porque era “el estudio de exploración”, que es básicamente buscar si tienes más tumores y/o metástasis. No lo pasé bien con la espera e incertidumbre pero el resultado fue positivo: no hay más tumores y el que tienes está muy localizado. Empiezas quimio en 2 semanas. 


El resto de la historia ya la conocéis todos. 

El 25 de enero empezó la tortura de la quimioterapia, con sus ifosfamidas, otoposidos, mesnas, vincristinas y bicarbonatos. Un total de 25 quimios, 78 mesnas, 125 bicarbonatos y 1 peluca. Y el tumor se redujo mucho. No todo. Pero mucho. Y ya estamos aquí, el próximo viernes me operan. Una operación de 3 horas que me asegura una cosa, que volveré a estar sola en mi cuerpo desde hace más de un año, sin bebé y sin tumor. Y ese mismo día se casa mi mejor amiga. ¿Casualidad? No, mi historia. 


Después del año que llevo me habría gustado tener un poco de alegría y celebrar y sentirme yo. Pero es que no soy yo. No me siento bien con la peluca. No sé celebrar aún. 


Quizá a partir del viernes, si todo sale bien, vuelvo a aprender.


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